El ciclismo se asemeja cada vez más a un acto de fé. Hay que creer aunque no toques y rezar porque no suceda nada malo. Lo malo es que acaba sucediendo. Las carreras de tres semanas ya duran más de tres meses, se deciden en los laboratorios y cambian sus clasificaciones meses después de que el último corredor supere la última línea de meta. No pienso culpar a los organizadores, que bastante hacen con desenmascarar a los tramposos. Los corredores que deciden ir más allá de lo que marca su organismo y los equipos que inducen a utilizar esas ayudas representan el principal mal en matería de dopaje.
Lo que más duele no son los positivos de Leonardo Piepoli y Stefan Schumacher. Lo que realmente daña a la imagen de este deporte es la sensación de nunca acabar, de que éstos no serán los últimos. En definitiva, de que cada vez más cuesta creer en el ciclismo. Ni la mejor temporada de los ciclistas españoles ha conseguido arrastrar las masas que este deporte ha movido décadas atrás. Y no se crean. El propio colectivo ciclista lo pone muy difícil.
Cuando los organizadores han tratado de normalizar la situación, invitando a sus carreras a equipos que no cumplían con el dudoso reglamento impuesto desde la UCI, han sido las propias formaciones ProTour las que se han rebelado, pidiendo que sólo aquéllos que sufragaban el pasaporte biológico pudieran tomar parte en las mejores pruebas del calendario. Collstrop, Mitsubishi y LPR han perdido su invitación a la París - Tours por la presión de otros equipos, por la amenaza de los ProTour de no participar en la clásica francesa. Desunión. ¿Todo para qué? El pasaporte biológico va a cumplir su primer año de vida y, de momento, no hay noticias sobre su utilidad. Se comenta que será a final de campaña cuando se pueden valorar las analíticas y comparar la evolución de los parámetros fisiológicos. De todos modos, parece muy complicado que se pueda sancionar a un corredor sólo por datos objetivos, que a fin de cuentas es de lo que se trata.
Que no nos engañemos. El pasaporte biológico no ha arreglado nada. Los positivos han caído por las mejoras en la detección de CERA. Además, la mayoría de positivos de esta temporada tienen como apellido equipos de categoría ProTour. Es decir, formaciones bajo el 'estricto' control de este programa antidóping. Mejor les iría si todos fueran a una y dejaran a un lado las barreras económicas, que a fin de cuentas son las que marcan pagar el pasaporte o no, decidiendo si puedes competir en las mejores carreras o si, por el contrario, tienes que quedarte en casa viendo la Vuelta a España por la tele.
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