Tom Boonen ha vuelto a saborear la cara más dulce del infierno. El belga de Quick Step ha alzado por segunda vez el adoquín más deseado del pelotón mundial. Dicen que cuanto mayor es la dificultad, mejor se disfruta el premio. De ser así, Boonen estará durante semanas con una sonrisa de metro y medio. Las duras carreteras del norte de Francia no han tenido piedad de los ciclistas, que un año más han desafiado el que quizá sea el recorrido más duro del ciclismo actual. Podría parecer que no ha sido una edición dura, que no se ha visto ninguna arrancada seca en los 259 kilómeros que separan Compiégne del Velódromo de Roubaix. No ha habido lluvia, el polvo no ha sido excesivo, incluso el frío ha respetado a los corredores. Sin embargo, la dureza del Infierno del Norte ha estado ahí. Permítanme la expresión pero decenas de profesionales están a estas horas - las una y media de la madrugada - totalmente jodidos. Tirados en su cama, algunos con tanto dolor que les costará hasta conciliar el sueño. Que no haya habido un gran número de ataques - quizá los más espectaculares los hayan protagonizado Stuart O´Grady y Stijn Devolder - es tan sólo un signo más de la dureza de la carrera. Las piernas han ido al límite durante muchos kilómetros y en ese estado pedir al organismo el cambio de ritmo que requiere cualquier salto, es casi una utopía.
A Tom Boonen ya no le importa la dureza. Es más, sabe que gracias a ella, su victoria tiene más mérito. La grandeza de ganar en Roubaix es dominar todas las adversidades del Infierno del Norte. Su segunda victoria en esta prueba es la confirmación de que nos encontramos ante uno de los mejores corredores belgas de los últimos diez años. Sólo Johan Museeuw y Pete Van Petegem parecen a la altura de Boonen, con la diferencia de que el ganador este domingo en Roubaix cuenta todavía con 27 años y un gran futuro para aumentar su palmarés. El doblete en el Velódromo tiene además otro valor añadido. Y es que Boonen ha vencido por delante de los otros dos grandes favoritos: el vencedor en 2006 Fabian Cancellara y el italiano Alessandro Ballan, ganador en Flandes la pasada temporada. Por si fuera poco, por atrás venían Stuart O´Grady, el último en alzar los brazos en el Velódromo, y Stijn Devolder, recientemente coronado en la Vuelta a Flandes. Lo mejor de lo mejor de las últimas dos temporadas de clásicas adoquinadas.
Sólo faltaba Joan Antoni Flecha. El español ha sufrido en sus carnes los caprichos del Infierno del Norte, ésos que durante años se han cebado con George Hincapie y que en esta ocasión han sido decisivos en el resultado final del de Rabobank. Es parte de esta carrera pero no por ello duele menos. Flecha se fue al suelo en las cercanías del Foret D´Arenberg, el tramo más mítico y complicado de la Roubaix. Un compañero cedía su bici al segundo clasificado de la pasada edición, Posthuma se vaciaba en favor de su líder... pero a la entrada del Bosque, Flecha perdía cerca de un minuto respecto a la cabeza del pelotón de favoritos. Conocedores del gran momento del catalán, Quick Step, High Road y CSC han impuesto un fuerte ritmo en cabeza del pelotón, suficiente para haber descartado definitivamente a cualquier otro ciclista. A cualquier otro pero no a Flecha, un corredor que ama a esta carrera y que se ha vaciado para no decir adiós prematuramente a sus opciones de triunfo. Casi una hora después, el español ha contactado con el grupo de favoritos. Aplausos, gritos... Joan Antoni volvía a escribir otra gran hazaña para el ciclismo de nuestro país en Roubaix. Pocos, muy pocos, hubieran enlazado después del contratiempo sufrido. Lo malo es que ahí no acababan los problemas, ya que su único compañero en cabeza de carrera, el sorprendente Sebastian Langeveld, se caía en un tramo de asfalto. Sólo ante el peligro, dificultad para situarse en cabeza de carrera y, por si fuera poco, lastrado por el esfuerzo de al caza anterior. Con este panorama, no extraña que cuando han arrancado los ocho que finalmente se han jugado la carrera, Flecha no haya podido contestar. Primero por su mala colocación y segundo porque es posible que las flechas ya no estuvieran para una gran segunda alegría. Aún así, lo intentó en compañía de Guesdon, la eterna esperanza gala en esta prueba, quien desde el 97 carga con la responsibilidad de los francesas en unas de sus carreras más representativas. Sin embargo, Flecha ha dicho adiós a las primras plazas y ha finalizado en un meritorio decimosegundo lugar, aún así insuficiente para él tal y como reconocía en línea de meta.
Ocho se marchaban por delante. Ocho se jugaban la carrera. El primero en ceder fue Johan Van Summeren, exhausto tras tirar de Hoste en la persecución de Devolder y O´Grady. Los dos segundos espadas pasaban la responsabilidad a sus líderes en la previa de Mons en Pévéle, curioso que la carrera se haya roto en el tramo de asfalto y no en el pavé. Hoste no iba, Maaskant bastante tenía con estar allí. Boonen, Cancellara y Ballan lucharían por la victoria. Los tres se han vigilado hasta el Carrefour, Cancellara lo ha probado, ha visto que no sería capaz de descolgar al belga y en el Velódromo...
2 comentarios:
Me ha encantado el artículo tanto como la carrera, y por algo para mchos Rouvaix es la mejor carrera del año...Ayer vimos un proceso de selección natural, en el que ganó el más fuerte, y si dura dos kilómetros más la carrera, llega solo practicamente.
Y lo de que Hincapie le pasó la mala suerte a Flecha...con una poca se quedó, porque pinchar en un tramo adoquinado cuando estaba adelante...
Gracias por pasarte por el blog. La verdad es que Flecha e Hincapie se repartieron la mala suerte pero a Flecha la carrera le vino totalmente en contra. Le escuché en línea de meta y, como no podía ser de otra forma, estaba bastante jodido. Coincido en tu definición. La carrera fue una selección natural en la que sólo quedaron los mejores.
Un saludo.
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