Óscar Freire continúa escribiendo un palmarés que difícilmente podrá alcanzar un corredor español en muchos años. El de Torrelavega ha vuelto a hacer historia, y van... Desde este miércoles forma parte del selecto grupo de corredores que han conseguido la victoria en la Gante - Wevelgem, prueba que cada año se disputa entre la Vuelta a Flandes y la París - Roubaix. En más de setenta años de historia, ningún ciclista español había conseguido la victoria en esta carrera pero, de un plumazo, Freire ha eliminado del debe español otra carrera más. Ya estuvo a punto de hacerlo Juan Antonio Flecha hace tres años, pero entonces las motos se aliaron con Nico Mattan, que fue literalmente llevado en volandas hasta meta, cuando el catalán se disponía a dar caza al belga.
Siempre ha estado considerada la clásica flamenca más propicia para los sprinters. Sólo hace falta echar un vistazo al palmarés para darnos cuenta de que los velocistas han conseguido varios años ganar la partida a los auténticos flandrien. Mario Cipollini logró la victoria en tres ocasiones. Las dos primeras a comienzos de los noventa, cuando formaba parte del GB - MG, uno de los mejores equipos de la época y del que formaba parte entre otros Johan Museeuw. La tercera vez que Il Bello alzó los brazos en Wevelgem fue casi diez años después, ya defendiendo el maillot cebra de Domina Vacanze. Sin embargo, la mayor parte de los vencedores de esta clásica son auténticos especialistas en pavé. En los últimos años George Hincapie, Andreas Klier, Tom Boonen, Thor Hushovd o Marcus Burghard han sido los vencedores de la carrera. Entonces, ¿por qué se ha vuelto al sprint masivo en el final de la Gante - Wevelgem? La respuesta es sencilla: Kemmelberg.
El Kemmelberg es uno de los muros más duros de toda Flandes. Más de cien metros de desnivel en poco más de un kilómetro. Por supuesto, con un rugoso pavé que dificulta aún más la subida. Sin embargo, lo más duro del Kemmelberg no está en la subida, sino en la bajada. El descenso de este muro se ha convertido en los últimos años en una cita ineludible para todos los grandes fotógrafos ciclistas. Los Watson, De Waele o Bettini no pueden faltar a ese descenso, ya que hay muchas opciones de que allí se capte una de los mejores instantáneas de la temporada. Y eso es lo que precísamente ocurrió en 2007. Jimmy Casper se fue al suelo, al igual que varios corredores más con la diferencia de que el francés cayó de morros y se partió la mandíbula. Las impactantes imágenes dieron la vuelta al mundo y abrieron un debate en torno a la idoneidad o no de afrontar ese descenso. Por supuesto, los organizadores tenían que mover ficha, ya que la imagen de Casper ensangrentado en el suelo con la boca rota no era una buena publicidad para su prueba. La decisión fue capar el Kemmelberg de cara a esta temporada, por lo que no se pasaba por ese terrible descenso y las opciones de los sprinters en la Gante - Wevelgem se multiplican enormemente.
El resultado se pudo ver ayer. La victoria por primera vez de un español no puede esconder que la dureza de la Gante - Wevelgem esta temporada ha sido mucho menor a la de pasadas. Si el recorrido se hubiera respetado, siguiendo el itinerario de los últimos años, es posible que el vencedor hubiera sido otro pero lo cierto es que siendo el que fue, el ganador responde al nombre de Óscar Freire. Estoy convencido de que en un futuro se recuperará la totalidad de Kemmelberg, de que volverá a ver caídas pero de que, al fin y al cabo, este muro tiene gran parte de culpa de la gloria de la Gante - Wevelgem.
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