198 corredores partirán el próximo sábado de Palermo, punto de inicio de una nueva edición del Giro de Italia. Desde que Angelo Zomegnan se hiciera cargo de la dirección de carrera, la prueba se convirtió en la más dura de las tres grandes vueltas que salpican el calendario internacional. Esta campaña no será menos. La dureza y la alta montaña volverán a ser protagonistas de un recorrido en el que no faltarán los finales trampa en la primera semana y en donde los contrarrelojistas tendrán muy complicado jugar sus cartas. La mayor parte de la montaña se concentra en la última de las tres tres semanas, lo que obligará a los corredores que quieran optar a la victoria a no exprimirse durante los primeros quince días. Habrá montaña antes de esa última y exigente semana pero no debería ser decisiva. El final de etapa en Pescocostanzo servirá para que los favoritos se dejen ver por primera vez y comiencen a soltar las piernas de cara a lo que les espera pero todos saben que la visita a los Abruzzos sólo valdrá para separar el grano de la paja.
Lo verdaderamente duro arrancará con la crono de casi cuarenta kilómetros que separan Pesaro, una de las ciudades con más aroma a baloncesto de la península itálica, de Urbino. Por medio un recorrido rompepiernas en el que los corredores tendrán que superar el Monte di Colbordolo, una subida de más de cinco kilómetros en la que se alcanzan rampas de hasta un diez por ciento de pendiente media, y en la que tendrán que hacer frente a una dura subida, a menos diez kilómetros para meta, en la que la pendiente alcanza el doce por ciento. Por tanto, una crono que no favorecerá nada al prototipo de contrarrelojista puro y que puede adaptarse perfectamente a hombres fuertes, capaces de superar la etapa con un desarrollo no tan cargado como el que exigiría una jornada más llana.
Hasta llegar a Alpe di Pampeago, segundo final en alto de la carrera, los ciclistas tendrán que superar etapas complicadas, como la que finaliza en Cesena, pero no debería haber grandes diferencias entre los mejores de la general. Sí que las habrá en el final de la decimocuarta jornada. Se arrancará desde el corazón del Veneto, desde la tan querida Verona de Óscar Freire. Se superarán poblaciones como Cerro Veronese, patria chica de uno de los grandes ausentes en este Giro, y se afrontará el larguísimo Passo Manghen, una subida muy larga, con rampas tendidas en su primera parte pero con una parte final de dureza extrema con una media del 10% en los últimos siete kilómetros. Será sólo el aperitivo de Alpe di Pampeago. La calidad de los vencedores en esta cima habla de la dureza de la misma. Tres ocasiones ha vivido la cima de Val di Fiemme el final de etapa en el Giro y las tres con victoria para tres grandísimos escaladores, vencedores todos de la general de la carrera italiana. Pavel Tonkov, Marco Pantani y Gilberto Simoni. Ahí es nada.
A partir de ahí la montaña no dará respiro. Alpe di Pampeago dará paso al final en Dolomiti Stars, nombre moderno que se ha dado a una de las subidas más míticas de toda Italia: el Passo de la Marmolada. Será una de las etapas reinas de este Giro, con permiso obvio de la jornada del Mortirolo. 153 kilómetros en los que los corredores harán frente a cinco de los puertos más duros de esta edición. Inicio en Arabba y final en la Marmolada, apenas algún kilómetro llano en todo el recorrido. Los Dolomitas se mostrarán en su máxima expresión ciclista y deleitarán a todos los aficionados que se aposten en los arcenes de cualquiera de las ascensiones del día. Nombres que emanan ciclismo y que respiran parte de la historia épica del deporte del pedal. Pordoi, San Pellegrino, Giau, Falzarego y el final en la Marmolada coronarán a uno de los favoritos a vencer la general de esta carrera.
El final a este tríptico lo pondrá la cronoescalada a Plan de Corones. Apenas trece kilómetros, lo que significa que no habrá ni un kilómetro previo a la subida. Se partirá desde la base de la cima dolomítica, con el esfuerzo extremo que ello supone para la musculatura. Rampas que alcanzan el 24% y que harán retorcerse hasta a los mejores especialistas. En España sólo tendría parangón una cronoescalada al Angliru. Los aficionados disfrutaran de la dureza Plan de Corones viendo uno tras a otro a todos los corredores que aún continúen en competición. Puede que la organización tomara esta medida después de analizar la decepción de 2006, cuando los espectadores no pudieron presenciar la que hubiera sido primera llegada en alto a esta ascensión debido al frío y la nieve. Entonces, la carrera finalizó en Passo Furcia, con victoria para Leonardo Piepoli.
Tras la jornada de descanso llegarán dos etapas nada propicias para los sprinters pero en las que tampoco deberían implicarse los hombres de la general. Finales en la suiza Locarno y en Varese, sede de los mundiales de este año. Sin duda, dos finales que favorecen a la perfección a corredores como el italiano Paolo Bettini. Pellizotti, Sella, Pozzovivo, Axelsson o Quim son otros de los ciclistas que podrían dejarse ver estos días, si es que acumulan tiempo perdido en la general. Serán jornadas de reflexión entre los grandes, ya que aún faltará el último gran esfuerzo. La primera parte de este tramo final arrancará con la etapa de la Presolana. Etapa larga, de casi 230 kilómetros, en la que la dureza se acumulará en la parte final. Debería haber fuga de inicio, capaz de superar el Vivione, pero que puede tenerlo complicado con las subidas a la Presolana y al Monte Pora, auténtico final de etapa de esta jornada. El inicio en Legnano, ciudad enclavada en mitad de la Lombardía y conocida por su homónima marca de bicicletas, también respirará ciclismo por los cuatro costados.
Para un servidor la gran jornada será la penúltima, la última con montaña. Llegue o no decidida la general, habrá que rendir tributo al Mortirolo, el más mítico de los Passos italianos. El Giro no se ha andado con milongas y ha presentado una etapa brutal, casi inhumana para ser la vigésima. 224 kilómetros, una distancia que asusta para la altura de la carrera de la que hablamos, más todavía teniendo en cuenta la que han montado los de RSC. Asfaltado o no, el Gavia es uno de los puertos con más historia del Giro, y sino sólo hay que recordar que un año más será Cima Coppi, souvenir que se entrega en el punto más alto de la corsa rosa. Pasado el interminable Gavia se afronta el siempre eterno Mortirolo. La debilidad ciclista del que les cuenta. Aquí no valen las medias tintas ni que tire otro compañero. O subes tú o no tienes nada que hacer. La carrera no acaba ni mucho menos ahí. Después habrá que hacer frente al duro falso llano de Áprica. Basso no fue capaz de descolgar a Simoni en la última ascensión al Mortirolo y en cambio si lo hizo en ese tramo que siempre pica hacia arriba y que se atraganta a más de uno. Ahí los minutos van cayendo casi sin darse cuenta. Y por si fuera poco, no habrá paseo en Milán, sino la única crono llana de la carrera... por si quedara algo por decidir.
Próxima entrega: Participación.
6 comentarios:
Simplemente genial el análisis del recorrido. Nada que objetar. Bravo Andrés.
Me alegra de que te guste.
Un saludo
Oye, que esta muy bien que te aproveches de mi comentario para arreglar las meteduras de pata de tu post, pero al menos ten la decendia de no borrar mis mensajes, o algo.
Hola Viscovitz, no borré tu comentario, ni mucho menos. El comentario está en la siguiente entrada, en la de abajo. Seguramente no te diste cuenta y lo dejaste sin darte cuenta en otra.
Un saludo.
Cierto, ahora leo mi comentario y tu respuesta. No he dicho nada, entonces. Solo apuntar que Dolomiti Stars ha patrocinado, si mal no recuerdo, los finales en Lavaredo 07, San Pellegrino 06 y Zoldo Alto en el 05.
Ok. Gracias por tu aportación. Repasando los últimos años es cierto que Dolomiti Stars es una denominación que ha ido variando de lugar. Buena idea para promocionar una zona como los Dolomitas.
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