La hipocresía es un mal común en el mundo del ciclismo. Desde todos los estamentos se miden con doble rasero las declaraciones y los actos, dependiendo siempre desde donde procedan estas manifestaciones. Hasta ahora la plana mayor del mundo del ciclismo ha recelado de los implicados en la Operación Puerto, como si ellos fueran los únicos culpables de que el dóping exista en el ciclismo y nadie más que ellos hubiera consumido sustancias dopantes en tiempos pretéritos.
Pues bien, esos mismos jerifaltes que hasta hace poco miraban hacia otro lado y que preferían apartar a los "manchados" por el escándalo Puerto, están comenzando a ser señalados por el mismo dedo inquisidor que hasta hace poco dirigían ellos. La evidencia es tan grande que no han podido resistir ni un diá más con el peso de su enorme mentira. Las fichas de dominó se han ido precipitando una tras y otra y, finalmente, Bjarne Riis - Mr. 64%- ha debido de confesar su culpa. "Ya es pasado" ha manifestado el danés. Bien, habrá que medir la delgada línea que divide el pasado con derecho al perdón y el pasado imperdonable, en el que su ex pupilo Iván Basso fue despedido de modo fulminante sin apenas poder ejercer su derecho a defenderse
En Alemanía ya existían rumores acerca de posibles casos de dopaje en el pasado. Dos doctores de Telekom en los años noventa estaban siendo investigados, hasta que hace escasas fechas confesaron su implicación y culpabilidad en el dopaje organizado de la escuadra teutona. El primer corredor en reconocer que esto era cierto fue Bert Dietz, un antiguo gregario de la formación alemana, más conocido por su victoria en Sierra Nevada en la Vuelta a España - con permiso incluído de Laurent Jalabert- que por su extensa trayectoria en el campo profesional. Dietz no tenía nada que perder, ya que actualmente no está ligado profesionalmente a ningún conjunto profesional así que no le fue difícil vender toda la verdad a un medio de comunicación germano.
La historia de Dietz era tan verídica y tan sincera que el resto de compañeros de equipo han tenido que rendirse a la evidencia. Primero fue Christian Henn, otro de los gregarios del equipo. Henn ejerce actualmente como director en Gerolsteiner, uno de los equipos que más firmemente ha luchado contra el dopaje y contra los implicados en la Operación Puerto. Su confesión fue toda una patada en la línea de flotación del conjunto del agua mineral con gas. Pero se pusieron las cosas cuando Udo Bolts, también director de Gerolsteiner, admitió que él también usó EPO y que ésto era generalizado en el Telekom de aquella época - vencedor de dos Tour de Francia, el del 95 con Bjarne Riis y el del 96 con Jan Ullrich-. Bolts también era gregario pero también era capaz de conseguir buenos puestos si se lo proponía y no tenía que trabajar para otros compañeros. Al alemán, su confesión le ha costado el despido como técnico de Gerolsteiner.
La cascada ya era imparable y los siguientes fueron el danés Brian Holm y los alemanes Rolf Aldag y Erik Zabel. Especialmente sangrantes los casos de estos dos últimos. Zabel continúa en activo en las filas del conjunto Milram, otro de los equipos "limpios", y ya ha recibido una amonestación por parte de su conjunto que le exige explicaciones de lo ocurrido. Pero aún es lo de Aldag, mano derecha de Bob Stapleton en T-Mobile, conjunto que más ha luchado para que los Puertos no tomen la salida en carrera alguna. ¿Tomará ahora las de Villadiego el Señor Aldag? ¡ Qué va! Le han perdonado... lo que no se podía hacer con ninguno de los corredores implicados en el Caso Puerto.
Pero lo peor, o lo mejor según se mire, ha llegado hoy. Bjarne Riis, ganador del Tour del 96, también se ha alineado al lado de sus compañeros. El mismo que despidió a Basso hace menos de un año, el mismo que se vendió en el 98 como un vulgar chaquetero, el mismo que declara abiertamente no sentir el mínimo apego por los ciclistas dopados... ¡Viva el ciclismo!, ¡viva la hipocresía!
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